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CONCEPTO Y REFLEXIÓN. THE WALL: PINK FLOYD.

Por: Nancy C. Prieto Caballero.

Gran sinónimo de calidad, y dominio en el terreno experimental, de melodías psicodélicas y emblemáticos sonidos atemporales, con grandes dosis de líricas y filosóficas letras en sus canciones, retando el propio pensamiento humano y el sistema donde se desarrolla, la icónica banda de origen británico PINK FLOYD, lanzaba en 1979, su undécimo álbum titulado “THE WALL”, en donde se ve su marcada evolución de rock progresivo al sinfónico.

            Siendo ya, una agrupación influyente en la música, con sospecha de crear un fenómeno en la historia del siglo xx (actividad de la banda desde 1965 a 1995), ya había pasado por una dura transición, siendo así el guitarrista David Gilmour el integrante definitivo tras marcharse el icónico vocalista Sid Barret, quien lamentablemente, no pudo controlar sus demonios y sólo vio la salida con el excesivo consumo de LSD y otras drogas.

            Tras los fuertes pasos que estaban dejando en el camino, Waters se convirtió en el conducto y fuerza de la banda, en conjunto con los demás integrantes, como resultado tras largas rachas de buenas melodías enturbiadas con conflictos internos por determinar que talento va a saciar el alter ego. 

           Contando con un arte sónico incomparable, este disco doble refleja un lado obscuro y multifacético luchando, por un lado, ese sentimiento de melancolía, y por otro el desprecio y repudio ante lo que viene dejando la guerra. Y bien, no es para menos, Waters se encargó, de la conceptualización y la mayor parte de la música, grabando subliminalmente en cada estrofa, sus vivencias en tercera persona con un personaje llamado Pink, escupiéndole a la vida la depresión que siente por la pérdida de sus padres, la inconformidad a la opresión, y el mundo que se vive al ser famoso.

Paradójicamente su disgusto ante la banda y ante los demás, como un pensamiento ácido ante el miedo y el desprecio aterrorizante, construye un muro de ladrillos (algo que encontraremos en las canciones de esta obra), lo que lo separa y protege de esta dimensión asfixiante, pero en paralelo, se eleva este álbum, a la mayor frecuencia posible.

Temas como “THE WALL” (El Muro), canción emblemática y estandarte del álbum, “THE TRIAL” (La Prueba), un extraño torbellino de música, “IN THE FLESH” (En la Carne), el sonido de los riffs potentes con los audaces matices del bajo, “COMFORTABLY NUMB” (Confortablemente Adormecido), sorprendentemente una hermosa balada, “HEY, YOU” (Oye, tú), canción que encapsula la interrogante si hace bien el aislarse, entre otras muchas más, conforman el repertorio de la furiosa historia del personaje ecléctico de Pink.

En palabras por el propio Roger Waters describe la introspección que enmarca en las canciones:

“Esa pequeña esperanza de salvación que se asomaba desapareció: las mujeres son retratadas como muñecas sexuales y los hombres fueron abandonados para revolcarse en una insoportable frustración. Todas estas condiciones se trasforman en una prisión. Y su recluso se rinde ante todos los tormentos de su pasado convergiendo para el esperado fin, la muerte.”

Pareciera que esa casi hora y media que dura este álbum, te toparás con algún detalle que no convenza del todo, o bien, si tienes la sospecha que la música será un poco tediosa, sin embargo, el tiempo se esfuma rápidamente en sus 26 canciones integradas en orden intencional, dejando como espectadores el hambre de querer escuchar más.

Aclamado por la crítica musical, por fieles seguidores, y enamorando a cualquiera que guste sumergirse en desconocidas frecuencias, te transportará a un nivel con atmosfera depresiva, escalonando con su complejidad, sus tintes agresivos, y conociendo a la vez, la semilla de inspiración que ha sido para otros muchos músicos.

Considerado como el álbum doble más vendido en la historia con más de 45 millones de copias vendidas en todo el mundo, está certificado, por ser veintitrés veces disco platino en los records de la música. Cabe resaltar que, aunque es señalado como uno de los mejores trabajos, gracias a la maravillosa oleada de rock que se hace presente por el coproductor y erudito del heavy metal Bob Ezrin, en conjunto con los Floyd, no se compara con el arte sonoro que el productor, ingeniero, compositor y músico Alan Parsons dio vida a “DARK SIDE OF THE MOON” (Lado Oscuro de la Luna), el disco parteaguas de 1973 y considerado como el mejor de PINK FLOYD.

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